Agustín González, una vez más, nos presenta su última obra en la prestigiosa galería Zúccaro de Madrid. En su trabajo, como siempre, sabe captar Madrid desde sus más bellos ángulos; la ciudad se humaniza a través de su visión. Las amplias avenidas, el abigarramiento de las casas, la profundidad punteada por los altos edificios, son elementos que permiten al artista desarrollar un curso de buena pintura, de magnífico dibujo. Utiliza el color de manera ajustada, inteligente, captando el ritmo de la ciudad. Y así sus grandes avenidas se convierten en plácidas, las terrazas dispuestas a ofrecer un alto a los paseantes; la movilidad de los transportes públicos, los escaparates de las tiendas de la Gran Vía; el ritmo sin cesar de calles y la edificaciones en que se encuentra. Y junto a estas vistas de la gran ciudad, la placidez de las estrechas calles del viejo Madrid… también considerado un viajero incansable, se muestra respetuoso con las imágenes de Nueva York y en ocasiones los nocturnos. Mundo que Agustín González refleja a la perfección a través de una pintura ágil, directa, serena dentro de sus texturas matéricas características de su forma de trabajar, una delicada riqueza, una densidad de relieves sugeridos, y una elegancia de tonos que contribuyen considerablemente, para esta impresión de estar el contemplador ante el reflejo de una realidad matizada, de una realidad parcialmente metamorfoseada por la mirada y la interpretación del pintor.
Las impresiones que recibe las transmite a la perfección. Sus pinceladas son siempre ajustadas, medidas, directas, sin concesiones. Agustín González hace esto tan difícil que es pintar.
Mario Nicolás
Director de la revista Gal-Art.